UNA PRUEBA MAS DE QUE EL AGREAL/VERALIPRIDA EN ESPAÑA, LOS "VERDADEROS EXPERTOS" DESCONOCIAN DEL MEDICAMENTO AGREAL/VERALIPRIDA EN ESPAÑA, SOLO LA "SULPIRIDE-BENZAMIDA".
Rev. Asoc. Esp. Neuropsiq. Vol. XII, Suplemento 1, 1992.
Fármacos antipsicóticos
E. PITA CALANDRE, J. MANZANARES IRIBAS
1. INTRODUCCION
La clorpromazina, el primer antipsicótico de utilización mundial (ya que la reserpina solo gozó de cierta fama transitoria en algunas áreas) fue sintetizada por Charpentier, en 1950, como derivado de la prometazina, una fenotiazina antihistamínica con marcada acción sedante que se estaba utilizando como medicamento potenciador de la anestesia. Pronto pudo apreciarse que esta nueva molécula ejercía un efecto netamente distinto al de la prometazina, induciendo un estado de desaferentización sensorial, de indiferencia afectiva y de inhibición de la función motora espontánea, acciones por las cuales se categorizó como agente ataráctico o neuroléptico y que propiciaron su utilización en los enfermos psiquiátricos. Inicialmente se creyó que su única utilidad a este respecto consistía en atenuar los estados de agitación, catalogándola como tranquilizante mayor, denominación que todavía se aplica ocasionalmente a este tipo de fármacos, pero en poco tiempo pudo comprobarse que la clorpromazina poseía un efecto beneficioso específico en el tratamiento de los pacientes psicóticos que trascendía una acción meramente sedante, introduciéndose por ello el término de fármaco antipsicótico. En la actualidad tiende a aplicarse la denominación de neuroléptico principalmente para referirse a sus acciones a nivel neurológico (fundamentalmente el efecto neuroléptico y las reacciones extrapiramidales), en tanto que se aplica la de antipsicótico al aludir a su capacidad para bloquear los síntomas clínicos propios de la esquizofrenia y otros trastornos afines; no obstante, ambos términos pueden considerarse como equivalentes (Baldessarini, 1990).
Posteriormente se introdujeron nuevas sustancias de acción similar a la de la clorpromazina, algunas de ellas de estructura fenotiazínica y otras pertenecientes a otros grupos químicos (Tabla 1). Tradicionalmente y de forma un tanto empírica, han venido clasificándose los neurolépticos en dos grandes grupos:
a) Sedantes: son aquellos que, junto con la acción antipsic6tica, ejercen efectos autonómicos relevantes, fundamentalmente de carácter anticolinérgico, bloqueante Cll-adrenérgico y antihistamínico H¡, lo que origina la aparición de diversos efectos indeseables (siendo la sedación el más destacable entre los mismos) que dificultan o incluso en algunos casos impiden llegar a establecer dosis antipsicóticas plenamente efectivas, por lo que durante largo tiempo han sido considerados como de eficacia relativamente baja. Como prototipo de este grupo cabe considerar a la clorpromazina.
b) Incisivos: son aquellos que muestran muy escasa actividad autonómica, pudiendo administrarse en dosis muy elevadas sin que aparezcan reacciones adversas evidentes de forma inmediata habiendo sido, en consecuencia, caracterizados como antipsicóticos de elevada eficacia. Prototipo de este grupo es el haloperidol.
TABLA 1
11. CLASIFICACION DE
LOS ANTIPSICOTICOS EN FUNCION DE SU ESTRUCTURA QUIMICA.
Grupo :
Fenotiazinas alifáticas Fenotiazinas piperidínicas Fenotiazinas piperazínicas Butirofenonas Difenilbutilpiperidinas Dibenzoazepinas
Benzamidas
Fármacos :
Clorpromazina
Levopromazina
Tioridazina
Flufenazina
Perfenazina
Trifluperazina
Haloperidol
Droperidol
Pimozide
Clotiapina
Clozapina
Sulpiride
EFECTOS FARMACOLOGICOS y MECANISMOS DE ACCION :
Todos los antipsicóticos disponibles se comportan, en mayor o menor, grado como fármacos "sucios", es decir, que actúan sobre distintos neurotransmisores y/o subtipos de receptores, de forma que originan un amplio espectro de efectos farmacológicos, tanto deseables como indeseables. En la actualidad se encuentran en curso de evaluación clínica diversos tipos de nuevas moléculas de mecanismo de acción más selectivo y, en consecuencia, previsiblemente menos tóxicas pero deberán de transcurrir todavía unos años antes de que se establezca con precisión su índice de beneficio/riesgo. Entre los efectos más comunes de los neurolépticos se encuentran los siguientes:
antipsicóticos
1. Acción antipsicótica
Estos medicamentos son efectivos preferentemente frente a los denominados síntomas productivos o "positivos" de las psicosis, tales como delirios, alucionaciones, agitación psicomotora, etc., siendo su eficacia escasa o nula sobre los síntomas deficitarios o "negativos" entre los que destacan el distanciamiento afectivo, la pobreza de lenguaje, etc., habiéndose llegado incluso a clasificar la esquizofrenia en dos grandes grupos en función del tipo de sintomatología predominante, su respuesta a los antipsicóticos y su posible patogenia (Losonczy y cols., 1987), tal y como se expone la Tabla n. La actividad antipsicótica se encuentra relacionada con la capacidad de los neurolépticos para actuar como antagonistas competitivos de los receptores dopaminérgicos en el sistema límbico; aunque su eficacia clínica guarda estrecha relación con su acción bloqueante sobre los receptores O2, a través de estudios realizados con antagonistas selectivos de los receptores 01 se sabe que también éstos se encuentran implicados a este respecto (Creese, 1987).
Por otra parte, la introducción de la clozapina, fármaco con fuerte actividad antagonista sobre los receptores 5-HT2 Y único antipsicótico que ha demostrado ser efectivo en pacientes refractarios a otros neurolépticos (Baldessarini y Frankenburg, 1991; Fitton y Heel, 1990), ha promovido una intensa investigación sobre la posible imbricación de la serotonina en las psicosis. En este sentido, ha podido comprobarse que la mayoría de los antipsicóticos clásicos poseen también capacidad antiserotoninérgica 5-HT2 y se está concediendo especial importancia a la razón antagonismo 5-HTJD2 como probable indicador de eficacia antipsicótica con bajo potencial extrapiramidal (Meltzer y cols., 1989). De hecho, se encuentran en curso de estudio clínico diversos antagonistas selectivos de los receptores 5-HT2, como es la risperidona (Niemegeers y cols., 1991) y de los receptores 5-HT,J, como es el ondansertron, en calidad de antipsicóticos (Millson y Prestan, 1991; Meltzer, 1991).
Un tercer factor que puede estar también implicado en la génesis del efecto antipsicótico es la acción bloqueante sobre los receptores (J. Estos, que hace unos años se consideraban ligados al efecto psicotomimético de los opiáceos y hoy se clasifican como receptores "huérfanos" al desconocerse cuál es realmente su ligando endógeno, son fuertemente antagonizados por el haloperidol y se está investigando la posibilidad de que sustancias antagonistas (J puedan ser también antipsicóticos eficaces (Chavkin, 1990).
2. Acciones extrapiramida .
Derivan también de su capacidad bloqueante dopaminérgica, si bien en este caso el substrato anatómico de su acción se encuentra en el sistema nigroestriatal. En su gran mayoría, son fuente de efectos indeseables (ver sección IV); sin embargo, también pueden ser utilizados para el tratamiento de algunos síndromes caracterizados por la aparición de movimientos anormales involuntarios como es el caso de la corea de Hungtinton, los balismos o el síndrome de la Tourette ("Farmacología de los movimientos anormales. Fármacos antiespásticos", 1987).
3. Acción antiemética
Todos los antipsicóticos típicos se comportan como potentes antieméticos debido a que la zona gatillo del centro del vómito está controlada por la estimulación dopaminérgica, siendo agentes de elección en el tratamiento de las náuseas y los vómitos inducidos por la quimioterapia antineoplásica. En este contexto son, asimismo, muy eficaces los nuevos antipsicóticos antagonistas de los receptores 5-HT3 ya que estos receptores modulan la motilidad gástrica (Costall y cols., 1988).
4. Acciones autonómicas
Tal y como se mencionó en la sección 1, la mayoría de los antipsicóticos ejercen también efectos relevantes a nivel del sistema nervioso vegetativo, tendiendo a ser clasificados en relación a su mayor o menor potencia a este respecto. Destacan entre ellos los siguientes:
-Sedación: deriva tanto de una acción anticolinérgica muscarínica, como de una capacidad bloqueante acadrenérgica y antihistamínica H1 .
-Efectos anticolinérgicos: a nivel periférico destacan la sequedad de boca, el estreñimiento, la taquicardia, la midriasis, la cicloplejia y la retención urinaria entre los más frecuentes; a nivel central se producen sedación y, en dosis elevadas, exacerbación de síntomas psicóticos (estos últimos en el contexto de un trastorno mental orgánico provocado por sustancias psicoactivas); entre los neurolépticos de acción anticolinérgica más marcada se encuentra la tioridazina.
-Hipotensión ortostática: se origina como consecuencia del bloqueo de los receptores al-adrenérgicos a nivel periférico; es particularmente acentuada en el caso de la clorpromazina, la levopromazina y la clozapina.
5. Acciones neuroendocrinas ("Fármacos antipsicóticos neurolépticos", 1987).
Dado que la dopamina es también un neurotrasmisor imbricado en la síntesis y liberación de diversas hormonas a nivel hipotalámico, pueden también aparecer alteraciones endocrinológicas en los pacientes tratados con antipsicóticos. Las más frecuentes se deben al aumento en la liberación de prolactina, pudiendo oscilar entre la hiperprolactinemia asintomática (que hoy tiende a considerarse como un buen marcador de respuesta a los antipsicóticos) y la aparición de síndromes de amenorrea/galactorrea en la mujer o impotencia/ginecomastia en el hombre. Reducen la liberación de hormona del crecimiento aunque, a través de los estudios realizados en niños y adolescentes psicóticos, no parece que se afecte la talla corporal definitiva de forma significativa. En raros casos puede presentarse un síndrome de aumento de producción de ADH con retención de líquido, hiponatremia e hipoosmolaridad dilucionales. Pueden reducir también la secreción de gonadotrofinas.
III. FARMACOCINETICA
Se trata de fármacos muy liposolubles que atraviesan muy bien las membranas celulares, acumulándose en el SNC y otros tejidos bien irrigados, por lo que resultan prácticamente imposibles de eliminar mediante hemodiálisis. En general, su absorción oral es errática e impredecible, aumentando sustancialmente cuando se administran por vía parenteral. Todos ellos se metabolizan extensamente a nivel hepático, fundamentalmente a través de procesos de oxidación y de conjugación con el ácido glucurónico, no siendo infrecuente la existencia de metabolitos activos. Por lo general su vida media de eliminación es elevada, por lo que pueden administrarse en dosis única diaria (Baldessarini, 1990). La utilización de antipsicóticos en forma de inyectables de liberación retardada es extremadamente útil en el caso de pacientes que no quieren u olvidan tomar la medicación oral; presentan el grave inconveniente de que, en caso de presentarse reacciones adversas al medicamento, no puede suspenderse el mismo, debiendo esperar a que termine su efecto; la duración de éste depende del neuroléptico utilizado; en España se dispone del decanoato de flufenazina, con una vida media de eliminación de 2 semanas (Jann M y cols., 1985) aproximadamente y del palmitato de pipotiazina, con una vida de eliminación de unas 4 semanas (Cotonat y cols., 1989).
IV. TOXICIDAD Y REACCIONES ADVERSAS
Una gran ventaja de los antipsicóticos es su escasa toxicidad aguda, siendo muy pocas las muertes descritas por sobredosificación a causa de estos medicamentos; de hecho, se conocen casos en los que el sujeto ha llegado a ingerir dosis 10 veces superiores a las recomendadas de clorpromazina sin haberse llegado a presentar problemas graves y no se conocen, hasta la fecha, muertes originadas por sobredosis de haloperidol (Baldessarini, 1990). Esta relativa carencia de toxicidad aguda, sin embargo, ha propiciado el uso indiscriminado de los antipsicóticos, facilitando la presentación de efectos indeseables asociados a su utilización continuada. Estos son muy frecuentes (Simpson y cols., 1988) e incluyen los siguientes tipos de trastornos (Tabla I1I).
1. Reacciones extrapiramidales
Se producen como consecuencia del efecto antidopaminérgico de estos fármacos a nivel de los núcleos basales y pueden catalogarse en los siguientes tipos:
a) DistonÍas agudas: se presentan típicamente durante los primeros días de tratamiento, siendo excepcionales pasado el primer mes de terapia. Se caracterizan por la aparición brusca de contracturas musculares mantenidas que afectan preferentemente a los músculos de la cara y/o del cuello (muecas faciales, tortícolis, crisis oculogiras, etc.); ceden rápida y fácilmente tras la administración parenteral de anticolinérgicos, lo que permite establecer un diagnóstico diferencial frente a la posibilidad de reacciones histéricas, crisis epilépticas focales o catatonia.
b) Akatisia: suele aparecer a lo largo de los dos primeros meses de tratamiento. Clínicamente se caracteriza por un estado de hiperactividad motora que impide al sujeto estarse quieto y que se acompaña de sensación de inquietud, pudiendo confundirse con un empeoramiento en la evolución del brote. Aunque se trata de una clásica manifestación extrapiramidal, su respuesta a los anticolinérgicos es mínima o nula, por lo que se aconseja reducir la dosis del antipsicótico prescrito o utilizar un agente alternativo con menor potencial extrapiramidal. Como tratamiento sintomático resultan útiles tanto las benzodiazepinas como los ¡3-bloqueantes.
c) Parkinsonismo: es el trastorno extrapiramidal más frecuente y suele hacer su aparición durante el primer mes de tratamiento. Habitualmente no llega a desarrollarse un síndrome de Parkinson completo e incapacitante, siendo los síntomas más comunes la rigidez y el temblor en rueda dentada, la sialorrea y la hipokinesia. Cede muy bien con la administración de antiparkinsonianos, ya sean anticolinérgicos, amantadina o bromocriptina; no obstante, es necesario resaltar que cuando la sintomatología es leve y/o de aparición esporádica no llega a ser necesario instaurar ningún tipo de terapia correctora.
d) Diskinesia tardía (Pita Calandre, 1989): constituye una de las reacciones extrapiramidales más temidas, ya que no responde a los antiparkinsonianos (de hecho, la administración de anticolinérgicos empeora la sintomatología) y, aun en caso de poder suspender el antipsicótico, en un 40-50% de los casos aproximadamente no llega a desaparecer nunca. Su prevalencia es difícil de calcular, si bien se estima que puede oscilar entre un 10-20% de los sujetos tratados con neurolépticos. Se presenta siempre después de meses o años de tratamiento y afecta con mayor frecuencia a pacientes mayores; entre los adultos jóvenes se detecta preferentemente en el sexo femenino pero entre los de edad avanzada no se han observado diferencias en relación al sexo. Debe de distinguirse la verdadera diskinesia tardía de aquellas diskinesias de deprivación que aparecen al reducir bruscamente la dosis o suspender el neuroléptico y que ceden espontáneamente pasado algún tiempo. Se desconoce la patogenia de esta reacción adversa, habiéndose postulado que pueden influir en su aparición distintos factores entre los que se incluyen estados de supersensibilidad dopaminérgica,
hiperactividad adrenérgica, hiposensibilidad colinérgica y deficiencia gabérgica. Clínicamente cursa con movimientos in-
voluntarios, preferentemente buco-linguo-faciales, aunque puede también afectar al tronco o a las extremidades; se han descrito diversos subtipos clínicos de diskinesias tales como la distonía tardía, la akatisia tardía, el blefarospasmo persistente y la dismencia tardía entre los más relevantes (Gardos y cols., 1987). Para su tratamiento se han probado numerosos tipos de fármacos entre los que se incluyen agonistas y antagonistas dopaminérgicos, agentes antiadrenérgicos, agonistas colinérgicos y agonistas gabérgicos, sin que se haya podido demostrar una respuesta consistente y reproducible a los mismos, aunque algunos pacientes pueden mostrar cierto grado de mejoría; en consecuencia, se insiste preferentemente en la necesidad de intentar prevenir la aparición de diskinesias minimizando en lo posible la utilización de los antipsicóticos; en aquellos enfermos con diskinesias iniciales en los que resulta imposible suspender el tratamiento antipsicótico puede intentarse la administración de fármacos de escaso potencial diskinetizante como son el sulpiride (Schwartz y cols., 1990) y, muy especialmente, la clozapina (Naber y cols., 1989).
2. Efectos autonómicos
La sedación puede ser un efecto deseable en las primeras etapas del tratamiento en sujetos agitados; por lo general, sin embargo, suele constituir una molestia una vez que el paciente se encuentra estabilizado.
Los efectos anticolinérgicos resultan siempre incómodos para el sujeto y pueden ser muy mal tolerados, pudiendo interferir el cumplimiento del paciente respecto a la medicación prescrita; asimismo, en aquellos casos en que el individuo es especialmente susceptible a los mismos, cuando existe una patología concomitante (prostastismo, glaucoma, cardiopatías, etc.) o cuando se administran dosis elevadas, pueden llegar a constituir un problema serio que obligue a reducir la dosificación del medicamento o incluso a su suspensión.
La hipotensión ortostática resulta particularmente problemática en los sujetos ancianos ya que no es infrecuente que pueda provocar caídas, con el subsecuente riesgo de fracturas y otros traumatismos.
3. Síndrome neuroléptico maligno (Addonizio y cols., 1987; Muñoz Pérez y cols., 1989).
Aunque durante largo tiempo se categorizó como un tipo de manifestación extrapiramidal, hoy se considera como una reacción que probablemente sea de carácter idiosincrático. Su prevalencia es baja (0,1 % de los sujetos tratados) y afecta preferentemente a los varones. Cursa de forma muy similar a la hipertermia maligna inducida por los anestésicos, con
rigidez muscular manifiesta, fiebre alta, labilidad de pulso y presión arterial, palidez, diaforesis, estupor y, ocasionalmente, miohemoglobinemia; aproximadamente en el 40% de los casos se evidencian leucocitosis y/o elevación de la creatinfosfokinasa (CPK). La tasa de mortalidad es elevada (10%) y su tratamiento, en cualquier caso intrahospitalario, es exclusivamente de carácter sintomático, si bien el uso del dantroleno como relajante muscular directo y de la bromocriptina como agonista dopaminérgico puede facilitar la recuperación del enfermo.
4. Aumento del apetito y del peso
Es este un efecto bastante común de los antipsicóticos que comparten también otros psicofármacos como son la mayoría de los antidepresivos heterocíclicos e IMAOs; aunque no es grave puede resultar extremadamente molesto para el enfermo, en especial en el sexo femenino, pudiendo favorecer el incumplimiento de la terapia prescrita; probablemente se encuentra mediado por interferencias en la neurotransmisión serotoninérgica.
5. Ictericia colestática
Es una reacción adversa de carácter alérgico. Se presenta asociada al uso de las fenotiazinas y es de curso benigno, revirtiendo al suspender el tratamiento o al cambiar de fármaco. Su prevalencia se estima en el 0,5% de los sujetos tratados y aparece normalmente en el primer mes de la terapia.
6. Dicrasias sangineas
También de base alérgica, las más frecuentes son la leucocitosis, la eosinofilia o la leucopenia discretas. Mayo gravedad reviste la agranulocitosis, que puede acarrear la muerte del enfermo por un síndrome de inmunodeficiencia, que se produce preferentemente con el uso de fenotiazinas y, especialmente, de la clozapina, siendo su prevalencia de 10/1.000 sujetos tratados en el caso de esta última (Krupp y Barnes, 1989). Puesto que en su fase inicial es reversible y es una reacción que se produce casi siempre en los primeros seis meses de terapia, debe de controlarse realizando recuentos leucocitarios periódicos a lo largo de este tiempo.
7. Reacciones dermatológicas
Pueden aparecer reacciones de hipersensibilidad inmediata, como es la urticaria, o de fotosensibilización. Con el uso de las fenotiazinas en dosis altas pueden también aparecer zonas de coloración azul-grisácea en las zonas del cuerpo expuestas a la luz solar; con la tioridazina se han descrito casos de retinopatía pigmentaria.
V. INDICACIONES
1. Esquizofrenia
Constituye la indicación principal de este grupo de fármacos, siendo particularmente efectivos sobre los síntomas positivos y sobre los síntomas negativos secundarios que se presentan asociados a los brotes agudos (Kane, 1987). Por el contrario, en el tratamiento del paciente deficitario su eficacia es muy escasa, pudiendo incluso empeorar la sintomatología debido al efecto neuroléptico que facilita el distanciamiento afectivo y la falta de motivación.
2. Otras psicosis
En el tratamiento de los cuadros maniacos agudos resultan muy efectivos; sobre otros tipos de psicosis, como es el caso del autismo infantil, su eficacia es menor (Campbell, 1987). También pueden utilizarse para tratar los cuadros psicóticos yatrogénicos o tóxicos, como pueden ser la psicosis anfetamínica, alcohólica y anticolinérgica.
3. Trastornos de la conducta
Los antipsicóticos se utilizan con frecuencia como tratamiento sintomático de diversas alteraciones conductuales tales como agitación, hostilidad, irritabilidad, agresividad, etc., que a menudo se presentan asociados a diversos tipos de síndromes mentales orgánicos como son, entre otros, el retraso mental y las demencias ("Antipsychotic drugs", 1986).
4. Trastornos extrapiramidales
Los neurolépticos se emplean en el tratamiento de diversos tipos de patologías del sistema extrapiramidal caracterizados por la aparición de movimientos anormales involuntarios como es el caso de las coreas, sobre todo la corea de Huntington, los balismos y el síndrome de Gilles de la Tourette ("Farmacología de los movimientos anormales. Fármacos antiespásticos", 1987).
5. Cuadros álgicos
Los neurolépticos pueden utilizarse en el tratamiento del dolor crónico debido fundamentalmente al efecto de desaferentización emocional que originan; si bien se usan con especial frecuencia asociados a distintos tipos de analgésicos en el paciente terminal (Foley, 1985), también han demostrado ser muy útiles en el tratamiento agudo del status jaquecoso administrados por vía parenteral ya que, además de ayudar a controlar la reacción asociada al dolor, bloquean las náuseas y vómitos habitualmente asociados a esta patología (Edmeads, 1988).
6. Neuroleptoanalgesia
Se trata de una técnica coadyuvante utilizada en anestesia, basada en la administración simultánea de un opiáceo y un neuroléptico de acción rápida (habitualmente el droperidol); su objetivo consiste en obtener una analgesia profunda junto con una reducción de la reacción ante el dolor y una protección neurovegetativa ("Fármacos anestésicos generales: intravenosos, gases y líquidos volátiles", 1987).
7. Hipo refractario
Para combatir en este síndrome resulta especialmente efectiva la administración de clorpromazina por vía intravenosa (Baldessarini, 1990).
VI. INTERACCIONES MEDICAMENTOSAS
Los antipsicóticos pueden ser objeto de interacciones medicamentosas tanto a nivel farmacocinético como farmacodinámico. Entre las interacciones más conocidas que pueden resultar clínicamente relevantes se encuentran las siguientes (Hansten y Horn, 1990).
1. Anfetamina
El efecto antipsicótico de los neurolépticos puede ser antagonizado por la anfetamina; por su parte, estos pueden inhibir la acción anorexígena de la anfetamina. La clorpromazina ha sido utilizada con éxito para combatir la intoxicación anfetamínica. Se desconoce el mecanismo causal de esta interacción, si bien se postula que podría tratarse de algún tipo de interferencia a nivel sináptico. Dado los efectos mutuamente antagonistas de ambos tipos de fármacos se recomienda evitar su utilización simultánea.
2. Anticolinérgicos
Los anticolinérgicos pueden reducir el efecto antipsicótico de los neurolépticos debido tanto a su propio potencial "psicotizante" cuando se administran en dosis elevadas como a su capacidad para disminuir la biodisponibilidad oral de estos medicamentos. Por otra parte, los efectos anticolinérgicos de los antipsicóticos sedantes se ven potenciados al asociarse a los anticolinérgicos. Este es uno de los motivos por los que se propugna evitar el uso rutinario de anticolinérgicos y antipsicóticos.
3. Antiepilépticos
Tanto el fenobarbital como la fenitoína y la carbamazepina, debido a su potente efecto inductor enzimático, inducen el metabolismo de los antipsicóticos y reducen su efecto terapéutico. De ahí que a menudo, dependiendo de la variabilidad interindividual propia del metabolismo hepático, haya que incrementar la dosis prescrita de los neurolépticos.
4. Antidepresivos tricíclicos
Los antidepresivos tienden a aumentar las concentraciones plasmáticas de los antipsicóticos y éstos las de los antidepresivos debido a fenómenos de competición enzimática a nivel hepático. Ello puede dar lugar a una potenciación de
los efectos tanto terapéuticos como tóxicos de ambos tipos de sustancias, si bien es difícil precisar hasta qué punto puede ello manifestarse en cada sujeto individual. En consecuencia, en los pacientes que reciben neurolépticos y antidepresivos tricíclicos asociados debe de controlarse la posible aparición de efectos indeseables y de alteración en la respuesta terapéutica.
5. Barbitúricos
Como consecuencia de su efecto inductor enzimático, los barbitúricos aceleran la eliminación de los antipsicóticos y reducen sus concentraciones plasmáticas. Puede ser necesario, por lo tanto, aumentar la dosis del neuroléptico para mantener su eficacia.
6. Levodopa
Puesto que la levodopa y los antipsicóticos ejercen acciones antagónicas a nivel de los receptores dopaminérgicos, sus efectos terapéuticos respectivos se contrarrestan; debe, por tanto, evitarse esta asociación. Una interacción similar puede producirse con la bromocriptina y otros agonistas dopaminérgicos como la lisurida y la pergolida; en la práctica clínica, sin embargo, esta interacción parece revestir menor importancia que la anterior.
7. Litio
Se han descrito diversos casos de neurotoxicidad y ex-trapiramidalismos severos en pacientes bipolares tratados simultáneamente con litio y haloperidol o con litio y tio-ridazina; el mecanismo de acción no ha podido ser precisa-do, aunque se ha propuesto que podría ser debido a un efecto inhibidor combinado sobre la adenilciclasa a nivel nigroes-triatal. Esta combinación, sin embargo, puede resultar muy
útil en numerosos sujetos por lo que no se contraindica su utilización sistemática; se recomienda, no obstante, contro-lar cuidadosamente la posibilidad de aparición de síntomas tóxicos incipientes, especialmente en aquellos casos en los que existen factores predisponentes entre los que se cuen-tan dosis elevadas de ambos medicamentos, presencia de sín-tomas maniacos agudos, historia de reacciones extrapiramidales previas, daño cerebral pre-existente, uso concomitante de neurolépticos con anticolinérgicos y la exis-tencia de trastornos fisiológicos asociados (infección, fiebre o deshidratación).
Otra clase de interacción que puede producirse entre estos dos tipos de medicamentos, preferentemente con la clorpromazina, es la reducción en los niveles plasmáticos (y, por lo tanto, de su efectividad) de ambos fármacos; en el caso de litio, cuya concentración sérica se cuantifica rutinariamente, es fácil de detectar pero no sucede lo mismo con los neurolépticos, por lo que hay que estar alerta ante una posible, y aparentemente inexplicada, disminución de la respuesta terapéutica.
8. Opiáceos
El uso conjunto de clorpromazina y meperidina potencia marcadamente la depresión de SNC y la hipotensión inducidas por este opiáceo; existe la posibilidad de que esta interacción se produzca también al combinar otros neurolépticos sedantes con otros opiáceos, por lo que se aconseja evitar dicha combinación.
9. Propranolol
El propranolol y la clorpromazina inhiben mutuamente su metabolismo hepático, potenciándose la respuesta de ambos fármacos; esta interacción se ha detectado también con otros neurolépticos, como son el tiotixeno y la tioridazina pero no con el haloperidol. Por otra parte, ha de tenerse en cuenta que el efecto hipotensor de los antipsicóticos sedantes se acentúa debido a la actividad hipotensora de los bloqueantes {j-adrenérgicos.
VII. USO CLINICO EN LA ESQUIZOFRENIA
1. Elección del antipsicótico
Con la única excepción de la clozapina que, como ya se mencionó en la sección 11, es efectiva frente a psicosis refractarias a otros neurolépticos, no han podido demostrarse diferencias en la eficacia de los distintos antipsicóticos si bien ello no implica que un determinado sujeto no pueda responder selectivamente a la administración de un fármaco y no a la de otro. En general tiende a asumirse que los antipsicóticos sedantes resultan más efectivos para controlar a los pacientes agitados, en tanto que los antipsicóticos incisivos son más apropiados para tratar a los pacientes con enlentecimiento psicomotor; esta hipótesis carece de validez, existiendo numerosos trabajos que demuestran que la eficacia de ambos tipos de neurolépticos es similar en uno y otro tipo de enfermos (Kane, 1987); ciertamente el efecto sedante de un neuroléptico puede contribuir a tranquilizar a un sujeto agitado, pero ello es independiente de su acción antipsicótica e igualmente se logra mediante el uso simultáneo de un antipsicótico incisivo y de una benzodiazepina o incluso de un barbitúrico, alternativa que prefieren algunos investigadores (Rifkin y Siris, 1987). En consecuencia, la elección de un antipsicótico debe fundamentalmente de llevarse a cabo en función de su perfil de efectos indeseables, considerando asimismo la respuesta previa del paciente a aquellos neurolépticos que le hayan sido administrados anteriormente.
Tampoco existe base científica alguna para administrar simultáneamente más de un antipsicótico, exceptuando aquellos casos en los que se está procediendo a sustituir un medicamento por otro, proceso que ha de llevarse siempre a cabo de forma progresiva. De hecho, la asociación de dos o más neurolépticos únicamente contribuye a dificultar la evaluación de la respuesta terapéutica y la imputabilidad de las reacciones adversas eventuales, facilitando, por otra parte, la aparición de interacciones, fundamentalmente a nivel de los procesos de biotransformación hepática.
2. Dosificación del antipsicótico
Dada la gran variabilidad clínica de los procesos psicóticos y la errática absorción de los neurolépticos, es muy difícil establecer la dosis óptima requerida por cada paciente. La mayoría de los autores coinciden en afirmar que el rango de dosis adecuado para los cuadros agudos oscila entre 400-600 mg. día de clorpromazina o equivalente, siendo muy escasos los enfermos que se benefician de dosis más elevadas; también ha podido comprobarse que la denominada "neuroleptización rápida", basada en la administración de megadosis de antipsicóticos en calidad de dosis de carga, no constituye una medida terapéutica efectiva (Rifkin y Siris, 1987). Un estudio muy reciente realizado en esquizofrénicos agudos tratados con distintas dosis de haloperidol demostró que la eficacia terapéutica del fármaco a las 4 semanas de su administración fue equivalente en los sujetos tratados con 10 y con 20 mg. diarios del mismo, siendo muy superior la incidencia de efectos indeseables con la dosis más elevada (Van Putten y cols., 1990). Un trabajo de características similares al anterior realizado con dosis 10, 30 y 80 mg. diarios de haloperidol administrado durante 6 semanas permitió comprobar que la respuesta terapéutita fue similar en los 3 grupos, concluyendo que el uso de dosis superiores a 10 mg. diarios no parece ofrecer ventaja alguna en el tratamiento del esquizofrénico agudo (Rifkin y cols., 1991).
En el esquizofrénico crónico ya estabilizado, el uso de antipsicóticos se mantiene de forma profiláctica, ya que numerosas publicaciones han demostrado que la frecuencia de recaídas es siempre muy superior en los sujetos tratados con placebo que en aquellos que han recibido neurolépticos (Kane, 1987). En este caso, sin embargo, con el ánimo de evitar la aparición de efectos indeseables a largo plazo, muy especialmente la diskinesia tardía, debe de intentar reducirse en lo posible la dosis de mantenimiento (Kane y Lieberman, 1987); estudios realizados por diversos autores a lo largo de la última década parecen demostrar que dicha dosis puede ser sustancialmente inferior a las que han venido utilizándose tradicionalmente (Kane, 1983; Marder y cols., 1984, 1987; Hogarty, 1988; Faraone y cols., 1988, 1989) y que, en determinados casos, puede recurrirse a pautas de administración intermitente, es decir, suspendiendo el antipsicótico cuando el sujeto se encuentra estabilizado y reinstaurándolo en cuanto se presentan síntomas prodrómicos de descompensación (Carpenter y cols., 1987, 1990).
Considerando la dificultad existente para establecer, tanto en enfermos agudos como crónicos, la dosis óptima requerida de un antipsicótico determinado, resulta extremadamente complejo comparar la dosificación de diferentes neurolépticos; de ahí que con frecuencia se recurra a establecer su equivalencia en relación a 100 mg. de clorpromazina como sustancia patrón (Tabla IV). El uso de dosis expresadas en equivalentes de clorpromazina facilita el ajuste del tratamiento cuando se necesita sustituir un fármaco por otro o cuando se desea contrastar las dosis utilizadas en distintas categorías diagnósticas.
3. Utilización de agentes correctores
Debido a los efectos indeseables de los antipsicóticos es muy frecuente que éstos se asocien a medicamentos que pueden contrarrestar dicho tipo de efectos. El caso más común es la utilización simultánea de los neurolépticos con anticolinérgicos de acción preferentemente central para prevenir la aparición de extrapiramidalismos. Este tipo de asociación es muy controvertida ya que, si bien presenta ventajas evidentes como es la reducción en la frecuencia de presentación de distonías agudas o parkinsonismos, no está exenta de numerosos inconvenientes, entre los que se encuentran la administración eventualmente innecesaria de dos fármacos (puesto que no todos los pacientes experimentan extrapiramidalismos), la potenciación de los efectos anticolinérgicos periféricos de ambos tipos de medicamentos, la posibilidad de que los antipsicóticos puedan empeorar el cuadro clínico en sujetos predispuestos debido a su capacidad de inducir cuadros de "delirium" y la posibilidad de que pueda establecerse un estado de farmacodependencia a los anticolinérgicoso.
Por todo ello, una comisión asesora de la OMS ha propuesto recientemente limitar en lo posible la utilización simultánea de antipsicóticos y de anticolinérgicos, reservándola para las primeras etapas del tratamiento (fase en la que aparecen típicamente las distonías agudas que, por lo llamativo de su expresión clínica, suelen asustar al paciente y/o a sus familiares y propiciar el abandono de la terapia) y para aquellos pacientes que evidencien un parkinsonismo manifiesto (World Health Organization Heads of Centres Collaborating in WHO Co-ordinated Studies on Biological Aspects of Mental Illness, 1990).
Tampoco es infrecuente la administración de agentes adrenérgicos de efecto indirecto o mixto, tales como la fenilefrina, la metoxamina, el heptaminol, etc., con el objetivo de corregir la hipotensión ortostática inducida por los antipsicóticos sedantes. Aunque su utilización conlleva menos problemas que la de los anticolinérgicos incrementa la complejidad del tratamiento lo que, a su vez, facilita los olvidos y abandonos del mismo por parte del paciente. Es, en consecuencia, preferible administrar antipsicóticos incisivos en aquellos enfermos que presentan hipotensión cardiaca. Cabe recordar, asimismo, que ésta puede ser muy bien tolerada por numerosos individuos y que únicamente debe de ser tratada cuando se manifiestan síntomas hipotensivos clínicamente relevantes que no puedan ser controlados con medidas no farmacológicas como son los ajustes posturales lentos y una adecuada ingesta de líquido y sodio.
TABLA II
SUBTIPOS DE ESQUIZOFRENIA DE ACUERDO CON LA HIPOTESIS ESTABLECIDA POR CROW .
Rasgos
Síntomas predominantes
Respuesta a los neurolépticos
Pronóstico clínico
Afectación intelectiva
Sociabilidad premórbida
Ventrículos cerebrales
Etiopatogenia
Tipo 1
Positivos
Buena
Bueno
Ausente
Normal
Normales
Función dopaminérgica
aumentada
Tipo II
Negativos
Escasa
Pobre
Puede estar presente
Pobre
Dilatados
Función dopaminérgica normal
o reducida
TABLA III
RELACION DE REACCIONES ADVERSAS INDUCIDAS POR LOS ANTIPSICOTICOS
Extrapiramidales
-Distonías aguas
-Akatisia
-Parkinsonismo
-Diskinesia tardía
-Temblor perioral
Autonómicas
-Sedación
-Efectos anticolinérgicos
-Hipotensión ortostática
Otras
-Síndrome neuroléptico maligno
-Hiperprolactinemia
-Aumento del apetito y peso
-Ictericia colestática
-Discrasias sanguíneas
-Reacciones dermatológicas
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Y TIENEN LA "CONCIENCIA" TRANQUILA "L@S DE NAVARRA, PAMPLONA Y ANDALUCIA: QUE FIGURAN EN LAS "BIBLIOGRAFIAS" ???.
NO NOS VENGAN QUE AUNQUE "NO FIGURE EL AGREAL/VERALIPRIDA" ES UN "CALCO" DE LO QUE: HEMOS, ESTAMOS Y NO SABEMOS LO QUE NOS ESPERA, POR LA INGESTA MASIVA DEL AGREAL/VERALIPRIDA EN ESPAÑA.
Y A USTED SR. EL QUE INDICÓ A NUESTRAS COMPAÑERA EN EL MINISTERIO DE SANIDAD: "TODO LO DEL AGREAL" LO HEMOS HECHO MUY BIEN.
SERÁN "ORDENES RECIBIDAS" PERO LEA USTED LAS FECHAS DE ESTE ESTUDIO.
A NOSOTRAS NOS "MASACRARON" NUESTRA SALUD Y CON ÉLLA LA DE NUESTRA FAMILIA PERO QUE A USTED NI A SU FAMILIA Y NI AL RESTO DE L@S QUE COMPONEN AGENCIA DEL MEDICAMENTO Y FARMACOVIGILANCIA "NUNCA LES PASE LO MISMO".
VA TAMBIEN POR USTED SR. PRESIDENTE DEL GOBIERNO DE ESPAÑA POR AQUELLO QUE SE COMPROMETIÓ Y QUE OBRA EN NUESTRO PODER.
¡¡¡ VERGÜENZA AJENA DE SENTIRME "ESPAÑOLA" !!!!
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