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¿Por qué la estatina, el antipsicótico o el antihipertensivo que generan más gasto no son “el mejor” de cada grupo?
• Porque el precio de los medicamentos no tiene relación con su valor terapéutico. El precio es muy alto mientras no hay competencia, pero baja de forma brusca cuando aparecen genéricos competidores (que, con frecuencia, tienen una bioequivalencia mejor controlada y comprobada que los propios medicamentos de marca original).
• Porque en el mercado de los medicamentos los compradores y vendedores no juegan su rol clásico, sino que se rigen por unas normas perversamente atípicas: quien decide el consumo (el prescriptor) no consumirá ni pagará, quien consumirá (el paciente) no ha decidido ni pagará la totalidad del importe, y quien paga (el SNS) ni ha decidido ni consumirá.
• Así, cuanto más alto es el precio de un medicamento, más agresiva es su promoción. Además, la lógica empresarial lleva a reinvertir un determinado porcentaje de las ganancias en promoción.
El resultado final es que cuanto más caro es un medicamento, más beneficio económico genera, y cuanto más beneficio genera, más se reinvierte en su promoción. Así, de entre los fármacos de un mismo grupo, el más consumido no es el de mejor relación beneficio/riesgo, sino el que genera más ganancias.
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¿Por qué la estatina, el antipsicótico o el antihipertensivo que generan más gasto no son “el mejor” de cada grupo?
• Porque el precio de los medicamentos no tiene relación con su valor terapéutico. El precio es muy alto mientras no hay competencia, pero baja de forma brusca cuando aparecen genéricos competidores (que, con frecuencia, tienen una bioequivalencia mejor controlada y comprobada que los propios medicamentos de marca original).
• Porque en el mercado de los medicamentos los compradores y vendedores no juegan su rol clásico, sino que se rigen por unas normas perversamente atípicas: quien decide el consumo (el prescriptor) no consumirá ni pagará, quien consumirá (el paciente) no ha decidido ni pagará la totalidad del importe, y quien paga (el SNS) ni ha decidido ni consumirá.
• Así, cuanto más alto es el precio de un medicamento, más agresiva es su promoción. Además, la lógica empresarial lleva a reinvertir un determinado porcentaje de las ganancias en promoción.
El resultado final es que cuanto más caro es un medicamento, más beneficio económico genera, y cuanto más beneficio genera, más se reinvierte en su promoción. Así, de entre los fármacos de un mismo grupo, el más consumido no es el de mejor relación beneficio/riesgo, sino el que genera más ganancias.
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La lógica del mercado puede afectar de forma adversa la salud de la población.
Los efectos indeseados de los nuevos medicamentos son preocupantes:
• Miositis, rabdomiólisis e insuficiencia renal por estatinas
• Riesgo de ictus y aumento de la mortalidad entre personas de edad avanzada usuarias de antipsicóticos atípicos
• Incremento del riesgo de suicidio o ineficacia terapéutica en niños con ISRS
• Esofagitis por bifosfonatos
• Pronóstico cardiovascular más desfavorable con algunos nuevos antihipertensivos
• Incremento del riesgo de ataque grave de asma y de muerte por estimulantes b-adrenérgicos de larga duración
• Hemorragias graves por clopidogrel
• Incertidumbre sobre la efectividad clínica y los efectos indeseados de la gabapentina (astenia,fatiga, sedación, depresión).
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El Ministerio de Sanidad, el SNS y sus organizaciones prestadoras no ponen a disposición de los prescriptores un contexto adecuado y las herramientas necesarias para afrontar esta situación.
• Los precios de los nuevos medicamentos y la decisión de
financiarlos a cargo del SNS no se deciden por mecanismos transparentes.
• La promoción comercial de estos fármacos no está sometida a ningún control de hecho.
• El SNS ha dejado que la industria farmacéutica monopolice la formación continuada de los profesionales.
• El SNS debería contar con un sistema propio y autónomo de información sobre medicamentos y terapéutica y de creación de conocimiento, para dejar de ser una distribuidora de falsas esperanzas y de mitificaciones al servicio de una industria (extranjera) que ha perdido su “alma” médica y que sólo mira el beneficio económico inmediato.
Los efectos indeseados de los nuevos medicamentos son preocupantes:
• Miositis, rabdomiólisis e insuficiencia renal por estatinas
• Riesgo de ictus y aumento de la mortalidad entre personas de edad avanzada usuarias de antipsicóticos atípicos
• Incremento del riesgo de suicidio o ineficacia terapéutica en niños con ISRS
• Esofagitis por bifosfonatos
• Pronóstico cardiovascular más desfavorable con algunos nuevos antihipertensivos
• Incremento del riesgo de ataque grave de asma y de muerte por estimulantes b-adrenérgicos de larga duración
• Hemorragias graves por clopidogrel
• Incertidumbre sobre la efectividad clínica y los efectos indeseados de la gabapentina (astenia,fatiga, sedación, depresión).
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El Ministerio de Sanidad, el SNS y sus organizaciones prestadoras no ponen a disposición de los prescriptores un contexto adecuado y las herramientas necesarias para afrontar esta situación.
• Los precios de los nuevos medicamentos y la decisión de
financiarlos a cargo del SNS no se deciden por mecanismos transparentes.
• La promoción comercial de estos fármacos no está sometida a ningún control de hecho.
• El SNS ha dejado que la industria farmacéutica monopolice la formación continuada de los profesionales.
• El SNS debería contar con un sistema propio y autónomo de información sobre medicamentos y terapéutica y de creación de conocimiento, para dejar de ser una distribuidora de falsas esperanzas y de mitificaciones al servicio de una industria (extranjera) que ha perdido su “alma” médica y que sólo mira el beneficio económico inmediato.
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