Drogas biosimilares aún no tienen control
A Lilian Valencia le detectaron artritis reumatoidea hace más de tres décadas y desde entonces su salud se ha ido deteriorando lentamente hasta volverse una persona dependiente.
En un intento por mejorar su calidad de vida, desde hace algunos años Valencia recibe tratamiento con medicación biológica, una alternativa terapéutica nueva, que es producida a partir de un organismo vivo, que puede ser un virus, una bacteria o un parásito, y que le ha dado muy buenos resultados, pero que en el país no está reglamentada.
Los biológicos están recomendados principalmente para pacientes con enfermedades de categoría catastrófica como lupus, linfoma, cáncer de distintos tipos y artritis reumatoidea. Fueron ellos, un grupo de 70 aproximadamente, los que acudieron el pasado jueves hasta el edificio del Ministerio de Salud Pública (MSP) para reclamar la elaboración y aprobación de un reglamento de biosimilares, que garantice su calidad en los tratamientos.
Este pedido no es nuevo. Los pacientes como Valencia, su hija Mireya Falcones (quien ya presenta síntomas de la enfermedad) y casi 600.000 que en Ecuador padecen enfermedades catastróficas lo vienen reclamando desde hace dos años y aún deben esperar seis meses, porque no está listo, según los asesores de la ministra de Salud, Carina Vance.
Los afectados calificaron de inaceptable la respuesta de las autoridades y a través de una carta enviada al MSP aseguran que "el reglamento desde hace meses ya estaba listo para la firma de la máxima autoridad".
Los pacientes no están pidiendo la subvención de los biosimilares por parte del Estado, sino "el acceso a medicinas que cumplan con un proceso exhaustivo de evaluación en la demostración de su calidad, objetivo que solamente se garantizará con la expedición de un reglamento de biosimilares", detalla la misiva.
Por la falta de una normativa, al país están ingresando productos, procedentes de países asiáticos, que no cuentan con ningún estudio que garantice su calidad, dijo la oncóloga clínica Glenda Ramos.
Según la especialista, los médicos no están en contra del uso de estos medicamentos, pero no pueden recetar productos de laboratorios desconocidos y que presentan estudios de calidad incompletos.
En ese contexto, al igual que los pacientes, el sector médico demanda la aprobación de una regulación, la cual ya existe; únicamente hay que seguir los lineamientos de la Agencia Europea de Medicamentos, la Organización Mundial de la Salud y la Agencia de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos, tal como lo han hecho México, Venezuela, Colombia, entre otros países.
Los pacientes esperan que la normativa sea aprobada lo más rápido posible, pues requieren de los productos y temen que los laboratorios los estén usando como conejillos de indias, tal como ocurrió con Digna Aguilera, quien después de largos tratamientos con la medicina tradicional (químicos) se cambió a la biológica. Los resultados fueron los mejores, pero al usar un biosimilar tuvo una fuerte recaída.
Los biosimilares son medicamentos parecidos a los biológicos y en el país los primeros no se comercializan o al menos no deberían comercializarse porque no hay una regulación que garantice su calidad, indicó Ramos.
Mientras tanto, Valencia continuará con su tratamiento con Aclasta, una inyección biogenética que le ayuda a aliviar los dolores articulares y que en el mercado tiene un costo de 396 dólares.
"Si no trabajara mi mamá ya hubiera muerto", indicó Falcones, quien viajó desde Guayaquil a Quito, para exigir la aprobación del reglamento.
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