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Con mucho ojo
¿Conocemos de verdad la procedencia de muchos alimentos y medicinas?
CARMEN FERRERAS
Verdaderamente, nos fijamos en las etiquetas de los alimentos y los fármacos que compramos? ¿Conocemos los lugares de procedencia? ¿Sabemos qué consumimos? Toda información del etiquetado es poca ante lo que nos puede ocurrir si no prestamos la debida atención a lo que consumimos. No quiero recordar, por penoso, por dramático y porque ya le dediqué todo mi interés, lo ocurrido con el fatídico aceite de colza, y como ese aceite, cientos y miles de productos más que atentan contra nuestra salud y que pasan desapercibidos.
La radiación emitida por la central de Fukushima no es para tomársela a broma, por muy lejos que Japón esté de Europa y de España. Y, porque además, Japón sigue exportando alimentos y otros productos que están «tocados» por la maldita radiación. Aviso pues para los compradores de pescados congelados, de comida envasada, de tés y verduras procedentes del país del Sol Naciente porque, todos ellos, están bajo sospecha.
Y si solo fuera los productos alimenticios, pero resulta que los medicamentos fabricados en Japón tampoco se libran de la sospecha de radiación. Tan es así que la Agencia Europea del Medicamento está trabajando con otros organismos internacionales en la monitorización y supervisión de todos los medicamentos fabricados en Japón después de la fuga de la central nuclear de Fukushima, ante el posible riesgo de contaminación radiactiva. Es recomendable, por lo tanto, prestar atención a la procedencia de ciertos fármacos que se hayan podido escapar a la atención del organismo europeo y corran libres por los anaqueles de las boticas patrias.
La Agencia Europea del Medicamento está trabajando muy estrechamente con las autoridades niponas competentes en la materia, con los ministerios de sanidad y agricultura y otras agencias reguladoras internacionales porque han reconocido que, aunque muy pequeño, existe un posible riesgo para la salud humana y animal. Vamos, lo que le decía más arriba. Tenemos que ser más precavidos que nunca con los alimentos que adquirimos para nuestro consumo y también con los fármacos. Aunque en España, los laboratorios españoles, europeos y estadounidenses son los que nutren nuestras necesidades.
Alguien tiene que garantizar la calidad, seguridad y eficacia de los medicamentos que se nos dispensan. Y son muchas las prefecturas del entorno de la zona de la central nuclear siniestrada donde se fabrican medicamentos que se exportan a Europa y América, aunque sea en pequeñas cantidades. Una cantidad de esas características puede ser letal o dejar una secuela irreversible o con la que haya que cargar de por vida. Se supone que los medicamentos procedentes de las prefecturas niponas habitadas por los escapes radiactivos podrían estar potencialmente afectados.
En todo caso, más vale prevenir que curar. No vaya a ser que a los males grandes y pequeños que nos asolan debamos añadir otros foráneos que ni falta que nos hacen. Por lo tanto, a la hora de comprar, por favor, con mucho ojo.
http://www.laopiniondezamora.es/opinion/2011/05/03/ojo/515411.html
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