
Agustín Páez Montalbán
Fuente: elpais.cr 06/11/2009
Con este tendencioso mensaje, una compañía farmacéutica pretende promover la vacunación contra el virus de papiloma humano (VPH). El ingenioso folleto, diseñado para angustiar a las madres – ya que se pretende vacunar principalmente niñas pre–adolescentes – afirma que aquellas que no vacunen a sus hijas, serán responsables de que sufran cáncer cérvico–uterino, y, por lo tanto, culpables de no "…ayudar a protegerlas…" o "…arruinar sus sueños de tener un futuro sano".
Los hechos puros y duros son diferentes:
1. Ambas vacunas en el mercado contra el VPH cubren sólo 4 variedades (serotipos) de virus de papiloma, de los que hay más de cien. Aquellos serotipos eliminados por la vacuna son reemplazados, en apariencia, por nuevas cepas de VPH. Esto para señalar que esta vacuna puede ser inefectiva.
2. Se desconoce si la vacuna previene el cáncer cervical. La respuesta a esa pregunta está a 30 años plazo. Si lo hiciera, se ignora para cuántas personas sería efectiva y si depende ese resultado de revacunarse periódicamente. La evidencia apunta además de que la vacunación no es eficaz si la persona ya estuvo expuesta al virus. En el sentido estricto del término, se comprende fácilmente que si fuera eficaz en quien ya contrajo la infección, no sería una vacuna. Las mujeres, vacunadas o no, deberán someterse a los controles regulares de Papanicolau, medida muy superior a la vacuna para enfrentar la amenaza de un cáncer cérvico–uterino.
3. Las infecciones por VPH son auto limitadas en alrededor del 90% de las mujeres que adquieren el virus, las cuales lo eliminan sin ninguna intervención médica y a menudo sin lesiones detectables en el útero. Para el resto, que sufre alguna inflamación del cuello uterino, la curación ocurre para la mayoría después de un par de años. Por lo tanto, la magnitud es mucho menor de la señalada por la propaganda de los vendedores, y su control depende esencialmente de un cuidado
médico apropiado y oportuno.
4. No existen estudios médicos sobre la vacunación de niñas pre–adolescentes. Los efectos a mediano y largo plazo de estas vacunas a esas edades se desconocen por completo. Esto podría sumar complicaciones adicionales a las ya conocidas relacionadas con la vacuna contra el VPH.
5. La vacuna contra el VPH puede ser mortal. Hay por lo menos 32 decesos reportados en los Estados Unidos, en 22 millones de dosis. Tómese en consideración que estas cifras dependen del reporte espontáneo de las vacunadas, ya que no se da seguimiento a cada dosis de vacuna. No se puede enfatizar suficientemente que esta vacuna se aplica a personas sanas, por lo que la muerte no se debe a la necesidad médica ineludible de recibir un medicamento. A la mortalidad deben sumarse los riesgos de desmayos y convulsiones, así como la inusitada frecuencia de enfermedad tromboembólica. Ninguna de estas complicaciones se menciona en la propaganda de estas vacunas.
6. Las vacunas contra el papiloma contienen adyuvantes, que son sustancias que estimulan severa e impredeciblemente el sistema inmunológico. Sus efectos no se conocen bien, pero pueden dar origen a enfermedades inmunológicas como la artritis reumatoide. La composición exacta del MPL o del ASO4, y la forma cómo son combinados, son secretos bien guardados de la industria farmacéutica. En principio, se trata de lípidos, que al ser inyectados en vez de ingeridos, disparan las alarmas de nuestro sistema inmune, y activan mecanismos celulares de respuesta muy poco conocidos.
7. No se sabe cuáles podría ser las consecuencias de vacunar personas contra el VPH que ya han tenido la infección. Es de esperar que la reacción inmunológica sea muchísimo mayor de lo deseable, ya que no se trataría de una vacuna. Por la necesidad comercial de vacunar a todas las personas, no se les hace exámenes a las mujeres para ver si ya han estado expuestas al virus, y así separar a aquellas que, definitivamente, no deben vacunarse. Si se va a vacunar, puede convenirle saber a cada niña o mujer si ya ha estado expuesta al virus.
8. En síntesis, recuerde que una vacuna se usa como prevención de alguna enfermedad. La valoración del riesgo–beneficio es esencial para tomar estas decisiones. No se deje engañar. Pregunte y lea. Nadie debería morir o enfermarse al recibir una vacuna sin haber sopesado con cuidado semejante decisión.
(*) Médico
(*) Médico
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