La empresa con sede en Dinamarca Lundbeck, en 2002, promocionó su producto Cipralex como un producto “más puro” que Cipramil, comercializado anteriormente.
Desgraciadamente para Lundbeck, se descubrió que la “pureza”no resulta en una mayor eficacia para el tratamiento de los pacientes. De hecho, tanto Cipralex como Cipramil producen unos efectos secundarios que son comunes y graves, incluyendo nauseas y vómitos, problemas con el sueño y trastornos sexuales.
Lundbeck no había demostrado que Cipralex ofreciese ventajas respecto a Cipramil y con otros productos genéricos, y por lo tanto facilitó información engañosa.
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